Apuntes para una biopic
Están de moda las biopic.[1] Y a mí me gustan las modas.
Va mi modesta propuesta para un capítulo piloto sobre alguien que no pasa de moda…
Episodio 1: Aeropuertos
Escena uno (descripción): El candidato corre agitado, el avión privado lo espera en la pista con los motores encendidos. Pasa, junto a su encargado de prensa por una parada de diarios que tiene colgada “la quinta” de La Razón, recién salida, el título: “Alfonsín habla hoy en la 9 de julio”. Lo mira de reojo. Sube al avión y este asciende. La cámara muestra la ciudad de Buenos Aires desde el aire. El candidato, testigo privilegiado, murmura cuando sobrevuela la avenida más ancha del mundo rumbo a un acto en Resistencia: “cuanta gente…”. La cámara muestra su perfil reconocible por su nariz. Funde a negro.
Títulos. Fotos superpuestas de la campaña política de 1983, gente afiliándose, gente votando.
Escena dos (descripción, flashforward): El otro candidato es más joven. Está cercano a los cincuenta años. Furtivo llega a la orilla de una laguna. Lo siguen unas diez personas. Podemos reconocerlos a muchos amigos de él. En un plano más general, vemos unos chicos jugando al fútbol. La pelota se va larga, casi cae al agua. Un adolescente, medio embarrado, medio lastimado en la pierna por trabar fuerte, la corre. Curioso, se detiene ya con la pelota en la mano, y siente que ese hombre, subido a un cajón de Coca Cola para ser más alto, le habla a él. Y mientras le habla lo mira a los ojos. No entiende mucho de que habla. Se escucha en off la voz reconocible de ese hombre de bigotes en uno de sus típicos discursos de esa época. Fundido.
Escena tres (descripción, diálogo): Otro aeropuerto. El mismo otro candidato de bigotes (vamos a llamarlo así por ahora para diferenciarlo del candidato uno: el narigón) rodeado de periodistas. Está por embarcar. En un arrebato de seguridad y efusividad denuncia: “Y lo digo claramente, estamos en condiciones de denunciar que existe un pacto entre sectores militares y sectores sindicales para consagrar la impunidad, no lo vamos a permitir. Tampoco la sociedad que, con su voto, va a garantizar la democracia y la legalidad”. Funde.
Escena cuatro (tiempo pasado, unos siete años atrás, un barco, presos de civil, se los reconoce por su fisonomía, juegan a las cartas con oficiales de rango medio, sus carceleros, interactúan, hablan de fútbol). En fundido, otra escena. Presos torturados, el contraste entre unos y otros presos es grande. Lo mismo entre unas y otras celdas.
Escena cinco (calles de Buenos Aires): Las secuencias se superponen. Primero vemos una imagen de archivo. Alguien lee un comunicado. El lenguaje es críptico, marcial. Habla de otras violencias. Señala la “necesidad de reconciliación y de tender una mano” (confirmar con los archivos las palabras exactas). La cámara nos muestra marchas en la calle. Reciente. Policía montada reprimiendo. Se superponen declaraciones de los dos candidatos, ya lo son oficialmente. Uno habla de los antecedentes de la ley penal. Otro, lisa y llanamente dice que la va a derogar.
Escena seis (otro aeropuerto, más humilde, una capital del interior del país): El hombre de bigotes está sentado en la zona de espera. Los pocos puestos de embarque están, por el momento, cerrados. Se acerca otro individuo, alto, flaco, también de bigotes. Se nota que son de la misma generación. Le habla: “¿Que hacés acá Raúl?”. El otro se sorprende, se para, lo abraza. “Acá ando, vine a interesarme por unos presos políticos, los vamos a sacar eh…”. “Vos siempre igual Raúl, no parás eh…”. “No, ya los vamos a echar a estos hijos de puta”. De lejos, uno de los puestos de embarque se abren. Comienza la actividad, tranquila, del aeropuerto.
Escena siete (plano secuencia forzado, la iluminación simula el paso de la noche cerrada al día y de nuevo al atardecer y a la madrugada). 5 a.m. del día de la elección. Un joven besa a su novia en un zaguán. Se separa y la cámara lo sigue al auto. En el capot y en el techo todavía tiene pegados afiches de la noche del día anterior. Está violando la veda electoral, lo sabe pero a esta altura no importa. Recorre las calles de la ciudad, tiene que estar temprano antes que abra el colegio que le toca fiscalizar. Mientras, los coches que ya están en la calle empiezan a tocar bocina cuando pasan a su lado. El también. Deja estacionado lejos el auto y saca los afiches que mete en el baúl, donde guarda (y agarra) paquetes de boletas y las planillas. Sospecha que va a necesitar muchas para reponer. Llega a la escuela y encuentra que ya hay cola. Se abren las puertas y la gente empieza a entrar. Se muestra la gente votando. El adolescente de la escena dos es uno de los nuevos votantes (quiño forzado, pero es ficción). Un fiscal general reparte viandas y en una de las mesas, al mediodía, llega la familia de la presidenta con un plato tapado y caliente para la señora que, ese día, por ser maestra “no pudo amasarle a los suyos”. La luz simula atardecer. Llegan cámaras de televisión. Suena una campana, son las 6 p.m. Toca abrir las primeras urnas. Se acumulas las boletas. El triunfo se hace imparable. El joven que inicia la escena agarra las planillas y sale corriendo al centro de cómputos que, a esta altura, se ve colapsado por la gente que empieza a llegar a festejar. El candidato saluda desde el balcón. Improvisa unas palabras. Entra a su oficina. La escena se centra en un reloj que va pasando las horas. Se hace de madrugada. Los que están allí empiezan a ponerse nerviosos. En eso entra un grupo de hombres uniformados. Son policías. Los de la oficina rodean al candidato. Asustados y preocupados. Uno de los policías habla. Se cuadra: “Sr. Presidente, somos sus custodios”. Funde a negro.
Escena post títulos (las modas, ya lo establecimos antes): Un juicio. En el mismo se recorta el perfil de un testigo. Es uno de los detenidos del barco. Un poco más gordo, más entrado en años. Lo interrogan. Responde: “No, nosotros no estábamos enterados de lo que pasaba”. Música de cierre.
Fuentes:
Mónica Beltrán: La Franja, de la experiencia universitaria al poder, Buenos Aires, Aguilar, 2013.
Oscar Muiño: Alfonsín, mitos y verdades del padre de la democracia, Buenos Aires, Aguilar, 2013.
Germán Ferrari: 1983. El año de la democracia, Buenos Aires, Planeta, 2013.
Testimonio de Adam Pedrini recogido por el diario Clarín el 30 de enero de 2015.
Héctor Gambini: “Aquel inolvidable discurso de Alfonsín ante 40 vecinos en Chascomús”, Clarín, 30 de agosto de 2019.
Esteban Lo Presti: “Otro Alfonsín”, en Nuevos Papeles, 30 de marzo de 2021.
[1]. Según la Real Academia, son “películas biográficas”.