El diario del lunes
Los politólogos tenemos la ventaja del “diario del lunes”. Amparados en la máxima que establece que no hacemos predicciones, sino que analizamos lo que es y no lo que debería ser, somos campeones de explicar lo que sucedió.
Por suerte, para predecir y equivocarse están los encuestadores, un gremio donde mandan los sociólogos. Pero en este caso, como el equivocarse está perdonado, no pasan ni 24 horas de una elección que ya están mostrando nuevos modelos explicativos que les permiten jugar su deporte preferido: equivocarse una vez más, porque se sabe, perdonar es divino.
Ahora bien, el hecho de contar con el diario del lunes no hace que nos priva de la tentación de hacer predicciones, de jugarnos un poco, siempre que las mismas estén fundadas en indicadores lo más precisos posibles, en fin, de meternos en terreno de políticos.
Basado en dos batacazos comprobables por mi círculo cercano (mi mujer, básicamente), el triunfo de Ricarguito en la interna de la UCR en 2010 (recuerdo una cena con amigos donde todos predecían 70 a 30 en contra) y el de Rodríguez Larreta sobre Gabriela Michetti para quedarse con la candidatura a jefe de gobierno en 2015 hecha el 28 de diciembre de 2014 en cena con amigos politólogos de diferentes tribus, voy nuevamente por el batacazo: quienes pasan al ballotage de noviembre serán Patricia Bullrich y Sergio Massa.
Dirán mis queridos amigos: “enloqueció”, “es puro deseo”, “tomaste…”. En fin, con el diario del lunes 23 de octubre, podrán reírse sin culpa. Pero de acá a ese día permitámonos pensar un poco en función de análisis que no necesariamente son propios pero con los que coincido:
Milei ya no es el candidato “sorpresa”, sino una realidad tangible con contradicciones públicas que aparecen a diario: “la casta la tiene adentro”, en palabras de Patricia Bullrich.
En las PASO tiró toda la carne al asador. Es decir, que hace que alguien que quería votarlo convencido no lo haya hecho ya. En general, hay coincidencias que de los tres candidatos es el que más techo firme tiene.
La adhesión a su “propuesta estrella”, la dolarización, bajó entre las PASO y hoy casi un diez por ciento. De hoy a las elecciones generales, probablemente baje aun más, sobre todo porque es claro, hasta para los más creyentes, que la alquimia es cosa de magia y no de economía, y los billetes de un peso no volverán a ser nunca de un dólar.
Las tres elecciones al hilo que Juntos para el Cambio ganó en Santa Fe, Chaco y Mendoza, más holgadas de lo esperado, con candidatos radicales al frente, generan “clima”. El radicalismo está poniendo toda la carne al asador. El partido centenario pone en juego senadores y diputados en la elección general y no los va a dejar escapar así nomás.
La retención de votos sumados de los sublemas de una misma coalición (no importa de que coalición hablemos) entre PASO y general siempre ha más del 90%, llegando en algunos casos a superar el 100%. Son datos duros. Es decir, los votos de Larreta van a Bullrich, y los de Grabois a Massa, sin especulaciones.
En las PASO el peronismo jugó a hacer la vista gorda con Milei. En las generales ya avisó que no lo va a hacer. Para muestra, basta ver como se cayó la lista de candidatos a diputados nacionales en Santiago del Estero. Lo llamativo del caso no es lo que pasó sino el silencio de Milei (que llora hasta cuando le hacen un meme que lo ridiculiza) en esto. No dijo ni “mú”.
El incremento de votantes que naturalmente suele darse entre PASO y general, situación que siempre fue favorable a Juntos por el Cambio, incluso en la fuerte derrota de 2019.
La economía, no solo le juega en contra al ministro candidato sino también a Milei. Es decir, el tipo propone tirar kerosene para apagar el fuego y el votante aun en este contexto guarda algo de racionalidad a la hora de entrar al cuarto oscuro.
¿Por qué escribo esto?
Porque es necesario, hay que salir de la trampa del tute a la que nos quieren llevar los comunicadores. El escenario es ideal para ellos, desean Milei Presidente por que se imagina centralizando la oposición y sacándose de encima a los “odiosos” partidos políticos. Interesante: el problema siempre es “la política o los políticos”, nunca la culpa tiene nombre y apellido (no sea cosa que haya que poner en el casillero de la culpa a algún peronista simpático como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, oriundo de Parque Chas que, como se sabe, es un enclave que quedó fuera de la Ley de Federalización de fines del siglo XIX).
Con el diario del lunes todos somo guapos. Desde Macri y CFK (los primeros que al día siguiente de la PASO dijeron “yo les dije”, sabiendo que desde sus círculos cercanos nadie los desmentiría) hasta el último kioskero que se puso una encuestadora (el margen de error ya debe andar en el “10% aceptable”, para los profesionales del rubro).
¿Por qué escribo esto?
Porque los viejos meados, como nos llaman los jóvenes guerreros del Apocalipsis (no chicos, no son “fuerzas del cielo”, son más bien el quinto jinete, aunque no tengan la más puta idea de lo que refiero, si alguno de ustedes está leyendo vayan y googleen), ya vimos mucho en estos cuarenta años. Si, es cierto, estamos en edad de visitar al urólogo, aunque no lo crean a ustedes también les va a llegar.
Ya pasamos dos hiperinflaciones y varias confiscaciones de ahorros (de estas perdí la cuenta). Les puedo asegurar que no quieren pasar por eso. No tienen idea lo que es.
Según dicen los que saben, parte del voto de Milei se compone de jóvenes varones de menos de treinta años, enojados con las políticas de género y el aborto. Conozco chicos que tienen esa posición, lo corroboro. Es dificil romper con la lógica que razonan (hace unos días me mostraron un tuit que decía “son como cornudos que no quieren darse cuenta, les muestran todas las pruebas y siguen negando los cuernos” de ahí que creen que asumido el pelucas automáticamente se elimina el aborto, la ESI y cuan Jesús en las Bodas de Caná convierte los pesos en dólares).
No estoy muy de acuerdo con la analogía del cornudo. El cornudo sabe que es cornudo, no hace falta que le muestren a la chica saliendo del telo (si me van a decir “viejo meado”, al menos déjenme usar la jerga de los de nuestra edad, ¿no?). En su fuero íntimo saben estos pibes que están equivocados, entonces no sirve de nada no confrontarlos. Hay que confrontarlos, ponerlos en evidencia, porque necesitan que alguien se los diga, alguno va a reaccionar. Para asumir el equívoco.
Pero además, porque es nuestro deber moral decirlo, porque hacemos política. Ser líder es también eso: avisarle a la sociedad cuando se equivoca.
Hace unos años había aparecido en la ciudad de Buenos Aires un partido político que pretendía legislar desde las consultas tecnológicas permanentes, algo así como que antes de votar sus representantes vía consulta/encuesta web, la gente les definiría su voto.
Esas modas, pasajeras, fueron transversales. El movimiento de psudoizquierda Cinco Estrellas, en Italia, planteaba algo parecido. No es casual que Milei use como bandera un término que ya usaron estos populistas italianos o sus contemporáneos españoles de Podemos, la “casta”. No son muy diferentes las ideas que representan, como tampoco lo son con los chalecos amarillos. El elemento en común entre todos ellos es el “iliberalismo”. Si, amigos de las fuerzas del cielo, ustedes no son liberales, no están ni cerca de serlo.
Para cerrar, si el diario del lunes 23 de octubre corrobora mi planteo, voy a presumirlo por todos lados, claro. Si no, me convertiré como tantos otros, en un Otaegui de este siglo, total, solo los viejos meados nos acordamos de quien fue y, entre nosotros, somos piadosos y no nos vamos a pisar el poncho.