Humor registrado (Milei es Milei)
(La dinámica política argentina es cambiante y puede que cuando leas esto haya quedado desactualizado, pero también puede que sea más actual que nunca, en fin, que el fondo de la cuestión es el mismo y hasta Pagni y Morales Solá borran con el codo por la tarde lo que escriben con la mano por la mañana y a nadie se le caen los anillos).
Si fuese dibujante mi máxima aspiración sería dibujar la tapa de una nueva Humor Registrado, aquella revista que acompaño nuestra adolescencia.
Hasta tendría la tapa perfecta para la edición del martes 11 de diciembre: un perfil recortado del presidente electo, quien se saca su careta (al mejor estilo Misión Imposible) y debajo, asombrados vemos a ¡Javier Milei!, en un segundo plano, más asombrado que el excanciller Nicolás Costa Méndez descubriendo “entre las sábanas” (como diría el presidente electo) a Alexander Haig con Margaret Tatcher, podría verse al ingeniero Macri con cara de… ingenieri traicionado. Porque se sabe, Milei es Milei, como diría el adorador de cajas fuertes.
Si algo no hay que esperar de Javier Milei es sorpresas. Queda claro en esta semana, que atraviesa los primeros días de electo, que está reafirmando todas y cada una de las medidas que prometió. De nuevo, Milei es Milei.
Por ejemplo, en esta nota advierte que el pago del aguinaldo no está garantizado. En esta entrevista con uno de sus mentores mediáticos, Alejandro Fantino dice claramente que no financiará obra pública (ni siquiera cloacas para el pueblito de donde es oriundo el entrevistador).
Parece, al menos, que los periodistas empezaron a preguntar. Un poco tarde. Pero se despertaron.
(A propósito, me gustaría entrevistar al presidente electo. Si alguien lo conoce, me avisa. En el sitio que dirijo nos encanta preguntar. No nos achicamos. Le adelanto las preguntas, si quiere, así tiene las respuestas escritas y no se pone nervioso. Mi primer pregunta sería: “usted dice que es especialista en creación de empleo con y sin dinero, ¿me podría decir cuántos empleos generó en su vida profesional?”. Como se que no me va a dar esa entrevista, se la regalo a otros periodistas)
Tampoco pareciera que miente Milei cuando dijo “El apoyo de Macri no implica reparto de cargos”. Por el momento, al ingeniero lo están cagando. Por lo poco que se sabe, no consiguió colar ni un tercera línea en la gestión. Esperemos al 10 de diciembre cuando se devele el gabinete que tiene que jurar ese mismo día. Por lo pronto, para variar, el ingeniero se fue de viaje.
“Es para lo que lo votamos”, me respondieron en exTwitter. Probablemente el 30 % de votos que obtuvo en primera vuelta vayan por ese lado. Pero el 24 % de votos prestados lo hicieron para no votar a Massa. Y en ese sentido evaluaran la gestión a partir del 11 de diciembre, no en función de si se construyen o no bicisendas (que, por otra parte, son potestad de los intendentes y lo más barato de hacer para mostrar “gestión”). Si el candidato que entraba al ballotage era el Pato Donald, ese 24 % hubiese ido ahí. No tengo dudas, como tampoco tengo dudas que el Pato Donald sería mejor presidente que Milei (la referencia al Pato Donald no tiene nada que ver con la Piba, expata, simplemente el vero Pato es mí ídolo desde la infancia como bien lo acreditan fotos de mi niñez).
Hace una semana advertíamos sobre la política amoral. En sendas notas de otros respetados newsletteros se describe como una unificación de la oposición a través de sus votantes, el giro de Mauricio Macri hacia el libertario. No estoy de acuerdo. Probablemente el voto al libertario por parte de la mayoría de los votantes de Patricia Bullrich le hubiese dado el triunfo a Milei, pero no uno tan contundente (aunque tampoco lapidario como otros ballotages en Latinoamérica). Veamos por qué. En un primer momento quienes siguen a Macri en su jugada son los dirigentes del PRO que le responden. Lo hacen casi forzados, descolocados. Luego se van convenciendo, a punto tal que hasta le justifican que “no hable de democracia”, porque esta estaría fuera de discusión.
Puede ser. El mayor error de la campaña de Massa estuvo en mencionar ese “miedo”. Les recuerdo, queridos primos del PRO, sobre todo aquellos que tienen un puesto de responsabilidad, que quienes en algún momento estudiábamos ciencia política, lo hacíamos en el supuesto de que la “democracia consolidada perfecta” era la venezolana. Sabemos como terminó, ¿no?
Desde el primer momento estuvo clara la estrategia del ingeniero: romper el PRO, aislando a los dirigentes díscolos o que no se sometieron verticalmente a su voluntad. Luego, sacarse de encima a la UCR, a quien le achaca todos los problemas de su paso por el ejecutivo. Esto última no sería el único problema para el ingeniero. Estoy convencido que lo que más le duele respecto de los radicales es otra cosa. Más mundana. Fue una de las agrupaciones radicales en Boca la que le dio la espalda en 2019 y generó la derrota en su club, lo único que le interesa realmente al ingeniero.
Volvamos a ponernos serios.
Por otra parte, en esta época de presidentes outsiders, puede verse en el siguiente cuadro (que me pasó un amigo) como terminan estos líderes coyunturales.
Fuente: Javier Corrales.
Milei miente. Lo hace sin ponerse colorado porque es un amoral. Es decir, puede estar cómodo con el expresidente ingeniero porque comparten ese estatus. A Milei, simplemente no le interesa la democracia. Lo dijo claro cuando habló del Teorema de Arrow (no me molesté en googlear dado que hacerlo sería justificarlo). Pero además miente respecto a la base de sustentación de su discurso (corto, por cierto, se agradece) de la noche del triunfo. Allí Milei habla de “volver a ser primera potencia, como lo fuimos en el siglo XIX”, intentando recrear un “make American great again!” del colorado del norte. Bueno queridos amigos, nunca Argentina fue la primera potencia de nada. De nada. Fue un país que crecía sostenidamente, es cierto, pero no fue la primera potencia.
En ese discurso también señaló que “los compromisos se cumplen como lo hicieron nuestros padres fundadores”. En el siglo XIX hubo al menos tres defaults de estas tierras. Entre ellos el de 1890. Es decir, digamos, entonces… los compromisos no siempre los cumplieron nuestros padres fundadores.
Milei dice que el Estado no debe involucrarse en la obra pública. Fueron justo nuestros padres fundadores quienes entendieron todo lo contrario. Desde Alberdi, hasta Sarmiento, pasando por Roca y Pellegrini. Ellos entendían bien la centralidad que tenía que tener el Estado. Y actuaron en consecuencia.
Quiero detenerme, por último, en el binomio electo. Esa pareja está destinada a fracasar políticamente. Por el momento sus agendas no entran en colisión, pero claramente no se complementan. ¿Qué pasará cuando la señora vicepresidente pida recursos para la familia militar? Dirá el presidente “no hay plata”. La sinceridad con la que se maneja hasta ahora me hace creer que sí. Allí estaremos entonces para apoyarlo, por supuesto. ¿Qué pasará cuando insistan sobre la eliminación del aborto? Acaso el maestro del presidente no sostiene que el aborto es parte del proyecto del liberalismo. ¿Será coherente el presidente electo? Esperemos que sí.
Pudo verse, además, que en la semana preelectoral, la vicepresidente electa tenía sus propias banderas y hasta su propio logo que parecía choreado de la empresa de petróleo de Venezuela. El espíritu de Chacho Álvarez pasó y dijo que le parecía mucho…
Un punto positivo de Milei es la adhesión sin quebrantos a la resistencia de Ucrania frente al dictador de Rusia y del Estado de Israel contra el terrorismo islamita. ¿Son compartidas estas posiciones por parte de Villarruel? Me permito dudarlo. La inclinación conservadora del ala Tradición, Familia y Propiedad va por otro camino.
Nada de lo que digo es novedad para ustedes, mis queridos e inteligentes lectores. Sin embargo, necesito decirlo, dado que a partir de la próxima semana esta columna volverá a sus temas habituales: vida cotidiana en la década del ochenta, con sendos artículos sobre los baldíos como centros de juego de niños sin peligros o una categorización sobre sándwiches de miga que, de seguro, van a divertirlos más que estas elucubraciones.